Hace poco más de 2 horas, la DGT ha publicado en el BOE los resultados de un estudio realizado con los mejores cardiólogos del país, para conocer y analizar las emociones que sienten los conductores y conductoras al encontrarse a la Guardia Civil en la carretera.

Dicho estudio asegura que a todos y a todas se nos acelera el ritmo cardíaco de manera considerable solo con verlos circular cerca de nuestros coches. Las pulsaciones se aceleran cuando nos encontramos un control, algunos individuos alcanzan niveles próximos a un infarto de miocardio.

A raíz de estos datos, el Gobierno se ha planteado obligar a los fabricantes de coches que implanten unos sensores que puedan medir el ritmo cardíaco de los ocupantes del vehículo para detener a los vehículos que muestren mayores niveles, al ser posiblemente, ciudadanos que porten drogas o escondan algo ilícito… además el ingreso recaudatorio.

En este sentido, a los pocos minutos de plantear la medida en el Congreso, todos los políticos y políticas de todos los partidos que conducen sus coches propios han coincidido en que es una idea fabulosa mientras que a ellos no les puedan medir las pulsaciones.