Nos enseñó a cocinar «rico, rico y con fundamento», nos libró de muchos precocinados mostrándonos recetas sencillas, sabrosas y sanas, y nos demostró que se puede hacer una televisión divertida y educativa, que no pasa de moda.

Más de 32 años de profesión televisiva y más 7.000 programas respaldan su trayectoria, donde Karlos Arguiñano no sólo ha brillado ante las cámaras enseñándonos a hacer guisos, croquetas o pescados en salsa. Este dicharachero guipuzcoano también nos ha alegrado la existencia con sus disfraces, chistes –malos pero desternillantes– o sus reflexiones sobre la vida, que suelen ser tan brillantes como espontáneas.

Con su currículum, a nadie le extrañó que en abril su teléfono sonara para informarle de que había sido galardonado con el Premio Nacional de Televisión 2021, por hacer «gastronomía de cultura». Arguiñano acaba de cumplir 73 años y dos días antes de soplar velas pudimos charlar con él en Vitoria, donde nos dejó claro que todavía le queda mucho perejil que picar en televisión.

«No me considero mejor cocinero que nadie y mucho menos cómico o cantante, reconozco que se me da fatal. A día de hoy no sé si son peores mis chistes o mis recetas, pero lo que si puedo garantizar es que me encanta mi trabajo y cada mañana afronto el día con la misma ilusión que cuando empecé», sentenció Karlos en exclusiva para Cabronews.