Por fin llega el invento del siglo para aquellos que pasamos por la sección de dulces y pasteles del supermercado como un adicto al bricolaje pasaría por la sección de tornillos, o uno a los zapatos por la zapatería.

Este invento, basado en las tradicionales «orejeras» que burros y caballos han llevado durante siglos para que sólo se centraran en el camino, viene a suplir las carencias de voluntad que algunos sufrimos.

Con su inventor, Íñigo Ordito, hemos querido hablar y para ello hemos enviado a Francisco Tilla, nuestro reportero de cabecera a entrevistar a este visionario. Estas han sido sus palabras:

«Yo llevo muchos años experimentando esa sensación de querer llevarme a casa hasta el último pastel que los supermercados tan meticulosamente organizan en sus estantes», «hablando con otros amigos y amigas me comentaban que les pasaba lo mismo, esos olores, esos colores, esos dibujos y fotos del producto que luego nada tienen que ver con el contenido…», «ummm, se me hace la boca agua…», «esto, ¿de que estábamos hablando?», «ah sí».

«El caso es, que esto no se puede olvidar cuando vayas a comprar, si tu intención es bajar de peso y llevar una alimentación saludable», «muy importante volver a ponértelo cuando pases por las pizzas, las salsas y las patatas fritas» «yo incluso me lo pongo cuando paso por la cerveza», «y mejor que te lleves un mapa para no ir dándote golpes por todos lados, porque encima tienen la mala costumbre de no ponerlo todo junto».