La protagonista de esta historia es la señorita Lourdes Calza, que tras días tratando de decidir los zapatos que llevaría en la boda de su mejor amiga optó por comprar un modelo súper cuqui pero nada barato.

Casi 500€ tuvo que pagar Lourdes por un par de zapatos, de esos que se compran para usarlos una vez y luego encerrarlos en el fondo del zapatero porque nada más que pegan con el conjunto escogido para el mismo evento y que por supuesto no puedes repetir en ningún otro evento social más.

Fue poco después de bajar del coche cuando Lourdes Calza notó que algo no andaba bien por la parte de los pies y que a cada paso que daba era como si le clavaran un millón de astillas ardiendo, por lo que tras aguantar con ellos puestos hasta la foto oficial decidió quitárselos y sacar del bolso las manoletinas de urgencia.

No fue mucho el tiempo que pasó desde que Lourdes se quitara los zapatos hasta que la siguiente sufridora optase por copiarla y como si de una cascada se tratara, en menos de una hora todas las asistente al evento median 10 centímetros menos que al salir de sus casa.

Nuestro reportero Francisco Tilla, conmovido por la historia, llamó días más tarde a la señorita Calza para interesarse por su estado y esta le tranquilizó diciéndole, «estoy regular, el dolor se pasa, pero la vergüenza de ser la primera en quitarse los tacones…, esa herida tardará un poco más en cerrar».