Manuel Fernández Fasado, natural de Alicante, ha protagonizado un episodio curioso al ser despedido justo a la semana de firmar un contrato fijo.

Por lo caro que sale en este país entrar en el selecto grupo de personas que ostentan un contrato de esa categoría, el señor Fernández Fasado tras firmar su nuevo contrato, decidió llamar a sus amigos más allegados y celebrarlo de forma que en un principio debía ser íntima y tranquila. Como ya se sabe en estas ocasiones, una cosa llevo a la otra y, una copita más, ya me has liado cabrón, etc, etc. la comitiva terminó en la bodega de un carguero camino de Argelia, rodeados de cabras vivas, semi desnudos y con los papeles totalmente perdidos.

Para cuando el grupo de amigos pudo recuperar la compostura, acudir a la embajada y solicitar la deportación ya había pasado casi una semana.

Al llegar Manuel por fin a su trabajo, con notorios signos de fatiga, su jefe lo esperaba con cara de pocos amigos y la carta de despido en la mano, convirtiéndose así en el contrato fijo más corto en la historia de nuestro país.