El 80% de los conductores de Cabify admiten que en realidad son invitados a una boda y no saben cómo pagar el cubierto.

El asunto preocupa a la ministra de trabajo, ya que no son pocos los que finalmente se han perdido el convite y han terminado denunciando a la empresa.

«La invitación fue un palo enorme, al principio no sabía cómo afrontarlo, empecé a beber, caí en una depresión y no veía la luz… se puede decir que Cabify salvó mi vida» nos cuenta Javier, uno de los primeros en la empresa

«Empiezas llevando a un hombre mayor, luego coges a una cuarentona y terminas llevando a la discoteca a cuatro veinteañeras, en ese momento la boda empieza a dejar de apetecerte» asegura Richi, uno de los conductores que han destapado el escándalo.