Antonio López, funcionario desde pequeñito en su pueblo natal de Osuna, se vio sorprendido en la mañana del lunes cuando su conciencia despertó y se vio a 15 metros del suelo de la plaza mayor del pueblo y colgando de unas cuerdas que salían del brazo de una grúa de grandes dimensiones.

«Nosotros recibimos el encargo de colocar la estatua de Miguel Delibes y este tipo, con su chaqueta de pana se parecía mucho la verdad» nos confiesa un apurado operador, «al principio no estábamos del todo seguros pero nos estuvimos fijando y este tipo no mostraba signos de vida por ninguna parte, así que mi compañero y yo coincidimos en que esa debía ser la estatua que nos habían encargado».

Antonio López por su parte afirma haber pasado un infierno desde entonces «yo soy un tipo tranquilo, este susto me ha generado tanta ansiedad que ahora sufro de insomnio y vértigo, me siento incapaz de ir a trabajar en estas condiciones, me he pedido una pequeña baja de año y medio para ir viendo la evolución, es muy duro la verdad».