Una encuesta realizada a más de mil psicólogos por el prestigioso instituto de estadística Dos y dos son cuatro, ha revelado una verdad a voces que alguien debía decir por fin, mandamos demasiado poco a la mierda.

Según dicha encuesta, la represión de dicho acto se enquista en nuestras emociones provocando una angustia que termina por llevarnos al psicólogo.

A tenor de esto, hemos acudido a la clínica Cada loco con su tema, regentada por el eminente doctor Nillo Suelto para conocer su siempre tan válida opinión, estas son sus palabras:

«Todo el mundo sabe que nuestras técnicas de tratamiento difieren considerablemente de las convencionales», «es por ello que mis pacientes pasan horas mirándose a la cara unos a otros y mandandose a la mierda mutuamente», «es una rutina de lo más terapéutica, tanto para el que manda, que se siente liberado y le ayuda a mandar a la mierda a los idiotas que se pueda encontrar en su día a día, como para el mandado, porque igual que algunas personas son idiotas para nosotros, también nosotros podemos ser idiotas para los demás, y hay que estar preparado para que nos manden a la mierda en cualquier momento».

Terminada la entrevista nos hemos despedido del doctor agradeciéndole su tiempo, sin embargo su respuesta ha sido, «anda ya a la mierda, que sois muy pesados».