Era un secreto a voces que las consultas de los urólogos se colapsaban en época de exámenes por jóvenes ociosos que buscaban cómo aliviar las tensiones y evadirse de la presión de las pruebas finales, pero la confesión de uno de ellos ha abierto un debate nacional de final imprevisible.

«La verdad es que no me da ningún pudor reconocerlo» nos cuenta Juan Fresco, «al fin y al cabo para que alguien se haga urólogo le debe ir la marcha ¿no?». Otros compañeros han salido en defensa de Juan, «estamos sometidos a mucho estrés y no tenemos tiempo de hacer deporte ni nada, en ocasiones solo nos quedan pasarnos por la consulta de vuelta de la biblioteca».

Por suerte, el sindicato de «urólogos por un mundo mejor» reconocen que no les molesta y que entienden las necesidades de sus pacientes, «no les vamos a engañar, preferimos tener las consultas llenas de jóvenes veinteañeros que de ancianos con problemas de incontinencia».